La canción “Somos Ricos” recoge la visión apasionada de Père Amari sobre la pobreza como abundancia compartida y no como privación. Celebra la comunidad, la generosidad y la riqueza encontrada en la conexión humana. Su música invita a moverse, aplaudir y alegrarse, encarnando el espíritu del voto de pobreza a través del ritmo y la alegría.
“Esta canción no nació en silencio, sino en el corazón de una aldea, rodeada de las voces de un pueblo que conoce el significado de la verdadera riqueza. He visto la pobreza, pero también he visto esa riqueza que el dinero no puede comprar—la riqueza de la risa compartida, de las manos que se levantan unas a otras, de la fe que nos sostiene. Vivimos en un mundo que nos dice que debemos poseer más para ser felices. Pero yo he aprendido que, cuando damos, no nos falta nada. Esta canción es una celebración de esa verdad. Cántala con alegría, con las manos abiertas, con la certeza de que somos ricos—no en oro, sino en amor.” (Père Amari, S.J.)
El aroma de plátanos asados y guiso humeante llenaba el aire mientras Père Amari cruzaba la abarrotada plaza de un barrio de Kinshasa. El sol se ponía, bañando de oro a las familias reunidas, mientras los niños reían y corrían entre mesas improvisadas. Aquella noche había una comida comunitaria—una tradición del barrio donde Père Amari servía. Nadie quedaba fuera. Cada cual traía lo que podía: un puñado de arroz, unas verduras, pan recién horneado. Algunos no tenían nada que dar, salvo su presencia, sus canciones, su risa—y eso era suficiente.
Mientras ayudaba a una anciana a encontrar asiento, vio a Emmanuel, un niño sentado aparte, mirando su plato sin tocarlo. Père Amari se inclinó junto a él.
—¿Te pasa algo, amigo? —preguntó suavemente.
El muchacho dudó y luego levantó la vista.
—Père Amari… yo quisiera tener más.
—¿Más de qué?
—Más comida, más cosas… Veo a otros con zapatos bonitos, juguetes, libros. Yo quiero ser rico como ellos.
El sacerdote sonrió y le puso una mano en el hombro, señalando a su alrededor.
—Mira este banquete. Mira las manos que lo prepararon, las voces que cantan, los corazones que comparten. Dime, ¿ves a alguien con hambre esta noche?
—No —respondió Emmanuel, bajando la mirada.
—¿Y ves alegría?
Una leve sonrisa apareció en el rostro del niño.
—Sí.
—Entonces ya eres rico —dijo Père Amari—. No en dinero, sino en amor, en fe, en familia. Esa es la clase de riqueza que nadie puede quitarte.
Más tarde, mientras el fuego crepitaba y la gente se mecían al ritmo de los tambores, Père Amari se sentó en un banco de madera, marcando con sus manos un compás sobre las rodillas. La conversación con Emmanuel le daba vueltas en el corazón, y de pronto surgió una melodía. Un ritmo alegre, palpitante de vida. Sacó su cuaderno y anotó las primeras palabras:
“Ningún muro encierra el amor que hay,
ningún oro iguala la dicha de dar.
En manos que ofrecen, en corazones que brillan,
hallamos un tesoro, rico y divino.”
Las palabras fluían mientras observaba a la comunidad—cómo los más pobres eran los más generosos, cómo los que tenían poco lo daban todo.
Se levantó, aplaudió y comenzó a tararear. Algunos niños se acercaron, curiosos.
—¡Canten conmigo! —los animó.
Pronto se unieron más voces, el ritmo creció, los pies golpeaban el suelo, las palmas marcaban el compás. Cuando terminó la noche, Somos Ricos había nacido—no como una canción escrita por él solo, sino como un canto que todos habían creado juntos.
Una canción vibrante y rítmica sobre el voto jesuita de pobreza, escrita desde la perspectiva de un sacerdote jesuita joven y enérgico en la República Democrática del Congo. La canción está llena de la alegría de la comunidad, con percusión dinámica, armonías corales elevadoras y la riqueza de instrumentos africanos tradicionales como el djembé y el balafón. La melodía es celebratoria e invitante, evocando la calidez de las comidas compartidas, la risa de los niños y la fuerza de comunidades llenas de fe. La letra se centra en la riqueza de las relaciones, el poder de dar y la alegría de una vida de servicio. Es un llamado a bailar, cantar y alegrarse en la abundancia que nace de la sencillez y la solidaridad.
“¡Somos Ricos!”
Por Père Amari, S.J.
Verso 1 – Brillante, rítmico, con palmas y percusión invitante
Ningún muro puede encerrar,
el gran amor que aquí se da.
En manos que dan, en luz del corazón,
hallamos tesoro, divino y sin fin.
Pre-Coro – Voces que se elevan en armonía
Un pan, un canto, una familia,
si hay amor ¡nada nos falta en la vida!
Coro – Lleno, celebrativo, estilo llamada y respuesta
¡Oh, somos ricos! (¡Somos ricos!)
En fe, en amor, en unidad. (¡Unidad!)
¡Nada nos falta! (¡Nada nos falta!)
Cuando comparto, libre de verdad.
Verso 2 – Ritmo constante, energía gozosa
Un pan sencillo es gran banquete,
si todos caben, nadie carece.
El don pequeño, la mano al dar,
trae cielo y vida a cada lugar.
Pre-Coro – Repetido, con más fuerza
Un pan, un canto, una familia,
si hay amor ¡nada nos falta en la vida!
Coro – Con danza, energía creciente
¡Oh, somos ricos! (¡Somos ricos!)
En fe, en amor, en unidad. (¡Unidad!)
¡Nada nos falta! (¡Nada nos falta!)
Cuando comparto, libre de verdad.
Puente – Hablado con ritmo, palmas intensas, voces en capas
No en la plata, ni en el oro,
sino en historias que cantamos todos.
No en riquezas, ni en poder,
sino en la fuerza de tu mano y mi fe.
Coro Final – Explosión de alegría, canto y baile comunitario
¡Oh, somos ricos! (¡Somos ricos!)
En fe, en amor, en unidad. (¡Unidad!)
¡Nada nos falta! (¡Nada nos falta!)
Cuando comparto, libre de verdad.
Outro – Voces que se apagan, percusión como latido, eco coral suave
Cuando comparto, libre de verdad…