Una canción contemplativa y emotiva que expresa la profunda confianza y libertad espiritual que se encuentran en el voto jesuita de pobreza. Con raíces en el mensaje evangélico de que todo es don, la canción refleja la renuncia a los apegos materiales en favor de una vida plenamente entregada a Dios. A través de ricas imágenes de lirios y pájaros —símbolos de la divina providencia—, transmite la paz que surge al dejar ir y la alegría de encontrar la verdadera riqueza en la fe. La letra presenta la pobreza no como una privación, sino como un camino hacia la bendición, revelando que en la entrega se descubre una abundancia inconmensurable. La canción invita a los oyentes a una profunda meditación sobre el desapego, la gracia y la libertad de un alma liberada de la posesión.
Quienes lo escuchan dicen que no parece una composición, sino una oración que siempre estuvo allí—esperando ser descubierta en el silencio de un alma que se abandona a Dios.
Podemos imaginarlo nacido en un retiro jesuita en las montañas de España, donde grupos de novicios pasan 30 días sumergidos en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Tras semanas de oración y contemplación profunda, conmovido por el pasaje evangélico de los lirios del campo, el corazón pronuncia una verdad sencilla y a la vez inmensa:
“Nada tengo, nada es mío,
pero en Ti, Señor, confío.”
Este mensaje puede ser abrazado por quienes viven en la pobreza—no como lamento, sino como himno de confianza. Un canto que da valor para soltar, para entregar, para descansar en la Providencia.
La melodía se adapta con naturalidad a distintos lugares y culturas. En algunos contextos se canta lentamente, casi como un salmo, con voces que suben y bajan en reverente silencio. En otros, fluye acompañada de una guitarra suave, como arrullo para el alma. Algunos añaden versos; otros lo reducen a lo esencial:
“Nada tengo, nada me ata,
soy libre en Ti… y eso me basta.”
Para los jesuitas, Todo es Don es un canto de profundo significado, entonado en momentos de gran recogimiento—antes de pronunciar los votos finales, durante retiros de silencio o al concluir largas jornadas de misión. No es sólo una canción, sino un acto de confianza, una entrega total a la providencia divina que encarna la esencia misma del voto de pobreza.
Entre los pobres y marginados, la canción adquiere un sentido distinto. Aquellos que lo han perdido todo y, sin embargo, se aferran a la fe, encuentran en sus palabras una afirmación serena: la verdadera riqueza no está en lo que poseemos, sino en lo que somos en Dios. En comedores populares, en capillas sencillas con bancos de madera, en hogares donde se tiene poco pero se comparte todo, Todo es Don se canta no como resignación al sufrimiento, sino como un himno de gratitud por las bendiciones invisibles de la gracia y de la comunidad.
También quienes no viven el voto religioso encuentran en su mensaje una invitación. Voluntarios laicos, maestros y trabajadores sociales lo hacen suyo como recordatorio de que su misión no se mide por lo que renuncian, sino por el amor que reciben al darse. La canción es especialmente útil en momentos de discernimiento personal, cuando las decisiones sobre carrera, familia o propósito se vuelven pesadas. Sus palabras recuerdan con suavidad que dejar ir no es perder, sino ganar libertad.
Lo que hace tan poderoso este canto es su sencillez. No tiene grandes formulaciones teológicas ni metáforas elaboradas—sólo una confianza callada y firme en Dios. Y por eso permanece.
Quizá la razón por la que Todo es Don clama por ser cantado es que toca algo universal: el anhelo profundo de libertad, el deseo de vivir sin miedo y la certeza de que todo lo que tenemos es, en el fondo, un regalo.
Su mensaje es claro. Ya sea susurrado en una capilla oscura, cantado en torno a una fogata en una misión lejana o tarareado en soledad, Todo es Don guarda siempre la misma promesa: que en la entrega no quedamos con nada, sino con todo lo que verdaderamente importa.
Y así, mientras haya quienes confíen, quienes sepan soltar y quienes elijan caminar con ligereza tras las huellas de Cristo, esta canción seguirá sonando—donde los corazones busquen libertad, donde las manos sirvan con amor y donde las almas encuentren paz en la certeza de que todo es don.
Un sentido de silencio reverente, que evoca la paz y la entrega que nacen al confiar plenamente en la providencia de Dios. La melodía es sencilla, pero profunda, dejando que el peso de las palabras guíe al oyente hacia la contemplación.
El acompañamiento instrumental es delicado y reflexivo: guitarra acústica o piano como base, con cuerdas suaves (violín o violonchelo) que aportan hondura y calidez. Un ritmo sereno y constante sostiene la canción, semejante al fluir de un río: tranquilo, sin prisa, pero incesante. La voz principal es tierna e íntima, como si se tratara de una oración personal. Una tesitura de tenor o contralto, cargada de emoción pero nunca excesiva, transmite mejor la vulnerabilidad y la fortaleza propias de la entrega. Las armonías se insinúan suavemente en los momentos clave, especialmente en el coro y en el desenlace, reforzando el carácter comunitario de la fe.
Al acercarse el final, las palabras parecen disolverse en oración, los últimos acordes se desvanecen como un susurro de confianza. Ya sea cantado en una capilla, en un retiro, o en un momento de reflexión personal, Todo es Don deja en quien lo escucha un eco de paz y de libertad, transmitiendo un mensaje tan simple como profundo: cuando no retenemos nada, lo poseemos todo.
[Intro]
Nada tengo, nada es mío,
pero en Ti, Señor, confío.
Si lo dejo todo atrás,
me sostienes, Tú me das.
[Verso 1]
Los lirios visten sin temor,
Tú los cuidas con amor.
Como el pájaro en su vuelo,
en tus manos encuentro el cielo.
[Coro]
Suelto todo, sigo a Cristo,
nada es mío, todo es don.
En la entrega hallo vida,
en la pobreza, bendición.
[Verso 2]
Sin riquezas, sin fronteras,
mi tesoro es quien me espera.
Nada quiero, todo es gracia,
mi alma es libre en tu casa.
[Outro]
Si nada tengo, nada me ata,
soy libre en Ti… y eso me basta.
[Intro]
I have nothing, nothing is mine,
But in You, Lord, I trust divine.
If I leave it all behind,
You sustain me, You provide.
[Verse 1]
The lilies bloom without a care,
You clothe them with love so rare.
Like the sparrow in the sky,
In Your hands, my soul will fly.
[Chorus]
I let go, I follow Christ,
Nothing is mine, all is gift.
In surrender, life is found,
In poverty, grace abounds.
[Verse 2]
Without riches, without walls,
My true treasure is Your call.
I need nothing, all is grace,
In Your house, my soul is safe.
[Outro]
If I have nothing, I am free,
For in Your love, that is enough for me.