La canción “Déjalo Ir, Sé Libre” encarna la sabiduría del Padre Ángelo, presentando el voto jesuita de pobreza no como una pérdida, sino como un camino hacia la profunda libertad espiritual. Invita a los oyentes a desprenderse de las cargas materiales y a confiar plenamente en la providencia de Dios. Su melodía serena pero poderosa refuerza la belleza de la sencillez, convirtiéndola en un canto de oración y entrega.
“Esta canción nació de una verdad sencilla que he aprendido en mis muchos años como jesuita: la libertad no se encuentra en aferrarse, sino en soltar. He acompañado a muchos que temían a la pobreza, que pensaban que al renunciar a las posesiones del mundo se perderían a sí mismos. Pero en la sabiduría de Cristo y de San Ignacio he descubierto lo contrario. Cuando dejamos ir nuestra necesidad de control, de seguridad, de aquello que siempre termina por desvanecerse, hacemos espacio para algo mucho mayor: la gracia, la paz y la alegría de servir sin miedo. Escribí esta canción como una invitación, un suave llamado para todos los que luchan con el desapego. Que les traiga la misma paz que me ha regalado a mí.” (Padre Ángelo, S. J.)
El monasterio en Roma había permanecido en pie por siglos, con sus muros de piedra guardando los ecos de incontables oraciones. El Padre Angelo había recorrido esos pasillos durante décadas, guiando a jóvenes jesuitas en los Ejercicios Espirituales, escuchando sus luchas y enseñándoles la belleza de la sencillez. Pero aquella tarde, sentado solo en la capilla iluminada por velas, se encontró reflexionando sobre su propio camino.
Un joven novicio, el hermano Luca, se le había acercado más temprano, preocupado.
—Padre —dijo con cierta duda—, entiendo el voto de pobreza en mi mente, pero mi corazón se resiste. Antes de entrar a la Compañía trabajé tanto… tenía sueños de seguridad, de un futuro construido por mí mismo. ¿Cómo soltar eso? ¿Cómo encontrar paz en no tener nada?
El Padre Angelo había sonreído, poniendo una mano firme y compasiva sobre su hombro.
—No es que no tengas nada, hermano Luca. Tienes todo lo que de verdad importa. Ya lo verá
Ahora, en el silencio de la capilla, aquellas palabras regresaban a él. Miró el sencillo crucifijo de madera sobre el altar: Cristo con los brazos abiertos—no aferrándose, no reteniendo, sino ofreciéndolo todo.
El Padre Ángelo tomó su pequeño cuaderno de cuero y, con los trazos pausados de sus manos envejecidas, comenzó a escribir:
"Un día soñé torres doradas,
tesoros brillantes, poder que se acaba.
Mas en el silencio Tú me llamaste,
‘Déjalo ir, sé libre, ven y sígueme’."
Se detuvo, dejando que las palabras se asentaran en lo más hondo de su corazón. ¿Acaso él mismo no había luchado alguna vez con lo mismo que Luca? También había soñado con comodidad, con certezas, antes de descubrir que la mayor paz habitaba en la entrega.
La melodía nació de forma natural, suave, como una oración susurrada. Tarareaba mientras escribía, escuchando en su interior los ecos de todos aquellos a quienes había acompañado a lo largo de los años: los ansiosos, los inseguros, los que temían soltar aquello que creían que los definía
Al terminar los últimos versos, sintió su corazón ligero. Sabía que esta canción no era solo para los novicios, sino para todos los que aún cargaban con el peso de lo que no podían dejar ir. Cerró los ojos, susurró una oración de gratitud y dejó que el silencio llenara la capilla, como la luz temblorosa de las velas contra las paredes.
Mañana compartiría este canto. Pero aquella noche simplemente se quedó con él, dejándolo hundirse en su alma como el susurro de Dios en la quietud.
Una canción solemne pero inspiradora sobre el voto jesuita de pobreza, escrita desde la perspectiva de un anciano jesuita sabio y contemplativo. La canción evoca la quietud de un monasterio al amanecer, con una suave guitarra acústica, un órgano delicado y armonías corales que crean una atmósfera sagrada. La letra refleja su profunda sabiduría espiritual, enfatizando el desapego de las riquezas materiales, la libertad interior y la confianza en la divina providencia. La melodía es cálida, apacible y profundamente reflexiva, incitando al oyente a un estado de oración. La canción se siente atemporal, como si pudiera ser cantada por generaciones de jesuitas que buscan la presencia de Dios a través de la sencillez.
(Verse 1 – Soft, reflective)
I once held dreams of golden towers,
Of treasures bright, of fleeting power.
But in the silence, You called to me,
"Let go, be free, come follow Me."
(Chorus – Gentle, choral harmony)
Let go, be free, hold nothing tight,
The dawn will break, and bring new light.
What fades away is not your worth,
But love remains, the richest earth.
(Verse 2 – Steady, growing in depth)
I’ve walked with those who’ve searched for peace,
Their hearts held down, they sought release.
I told them, "Look beyond the dust,"
For God provides, in Him we trust.
(Chorus – Stronger, rising in warmth)
Let go, be free, hold nothing tight,
The dawn will break, and bring new light.
What fades away is not your worth,
But love remains, the richest earth.
(Bridge – Whispered prayer, organ and strings swelling)
No coin can weigh a soul in flight,
No gold can fill the heart with light.
True joy is found in hands unchained,
Where love and grace alone remain.
(Final Chorus – Choir soaring, yet peaceful)
Let go, be free, hold nothing tight,
The dawn will break, and bring new light.
The world may fade, but God will stay,
In poverty, we find the way.
(Outro – Fading to stillness, like morning prayer)
"Let go, be free, come follow Me..."
Lascia Andare, Sii Libero
(Di Padre Angelo, S.J.)
[Verso 1]
Un tempo sognavo ricchezze e potere,
tesori d’oro, mura da erigere.
Ma nel silenzio ho udito Te,
"Lascia andare, vieni con Me."
[Pre-Ritornello]
Non temo nulla, nulla possiedo,
solo la grazia che in Te rivedo.
[Ritornello]
Lascia andare, sii libero,
cammina leggero dietro al Signore.
Nulla trattengo, tutto è dono,
trovo la pace nel Suo perdono.
[Verso 2]
Mani vuote, cuore leggero,
seguo la strada senza un sentiero.
Ogni ricchezza svanirà,
ma il Suo amore resterà.
[Pre-Ritornello]
Non temo nulla, nulla possiedo,
solo la grazia che in Te rivedo.
[Ritornello]
Lascia andare, sii libero,
cammina leggero dietro al Signore.
Nulla trattengo, tutto è dono,
trovo la pace nel Suo perdono.
[Bridge] (Coro in armonia, dolce e intenso)
Non nelle cose, non nel potere,
ma nel Suo abbraccio voglio vivere.
Non nelle ricchezze, non nella fama,
ma nella grazia che mai si consuma.
[Ritornello Finale] (Voce piena di luce e speranza)
Lascia andare, sii libero,
cammina leggero dietro al Signore.
Nulla trattengo, tutto è dono,
trovo la pace nel Suo perdono.
[Outro] (Sussurrato, come una preghiera)
Ora ho niente, eppure ho il cielo,
nelle Sue mani, sono libero davvero.