La canción “Camina Ligero” recoge la profunda conexión del Padre Paulo con el Amazonas y su convicción de que el voto de pobreza no es solo una disciplina personal, sino un deber sagrado de proteger la creación. Las letras son a la vez oración y desafío, recordándonos que los recursos de la tierra no nos pertenecen para explotarlos, sino que son dones que deben compartirse. La melodía busca transmitir un llamado suave pero firme a la responsabilidad, invitando a los oyentes a abrazar la sencillez como un camino de amor y cuidado por nuestra casa común.
“Esta canción nació de la sabiduría del Amazonas, de los pueblos que me han enseñado que la verdadera pobreza no es vacío, sino libertad. He visto cómo la sed de riqueza destruye los bosques, desplaza familias y envenena la tierra. Pero también he visto otro camino: un camino de equilibrio, de tomar solo lo necesario, de caminar con suavidad sobre este mundo para que otros puedan caminar después de nosotros. El voto de pobreza, para mí, no es solo una elección personal; es una responsabilidad de proteger lo que Dios nos ha dado. Es un acto de amor, de humildad, de cuidado. Esta canción es mi oración por nuestra casa común. Que nos recuerde a todos a caminar ligeros, a vivir con sencillez y a custodiar la belleza que se nos ha confiado.” Padre Paulo, S.J.
El Amazonas había sido la gran aula del Padre Paulo mucho antes de predicar su primera homilía. Los árboles, más antiguos que los imperios, permanecían como testigos silenciosos de los siglos. El río, vasto y sinuoso, llevaba en su corriente tanto vida como historias. Y la gente—los pueblos indígenas que habían vivido en armonía con la tierra por generaciones—le enseñaron lo que ningún libro jamás podría: que la verdadera riqueza se encuentra en el equilibrio, en tomar solo lo necesario y en devolver más de lo que uno recibe.
Una tarde, mientras viajaba en canoa por el río bajo un cielo pintado de naranjas y violetas, regresaba de una comunidad que luchaba contra la deforestación ilegal. La gente había compartido sus miedos: los árboles desapareciendo, los ríos secándose, la tierra volviéndose estéril donde antes abundaba la vida. Un anciano, João, tomó las manos del Padre Paulo entre las suyas, curtidas por los años, y le dijo:
“Quien camina pesado sobre la tierra deja heridas. Pero quien camina ligero permite que la vida florezca.”
Aquellas palabras quedaron en su corazón como una semilla.
Esa misma noche, sentado afuera de su pequeña misión, lo envolvieron los sonidos de la selva. Los grillos zumbaban, las ranas cantaban y el río susurraba en la oscuridad. Tomó su guitarra y comenzó a tocar un ritmo suave y constante—como pasos sobre la tierra, pausados y serenos. Las palabras fueron llegando, primero lentamente, luego como un río desbordado:
“El río canta, los árboles se alzan,
la tierra entera nos bendice y abraza.
Pero las manos toman sin medida,
y el corazón olvida la vida…”
Pensó en la avaricia que había visto—compañías arrasando tierras sagradas, ríos envenenados en busca de ganancias. Pero también pensó en quienes resistían, quienes escogían la sencillez, quienes sabían que vivir con menos no es pérdida, sino libertad. Escribió por ellos, por la tierra, por el Dios que había creado tanta belleza no para unos pocos privilegiados, sino para todos.
Al terminar el coro, sintió que algo se encendía en lo más profundo de su ser. La canción no era solo una reflexión: era una oración, un llamado, un recordatorio. La enseñaría a los niños de las aldeas, a los campesinos con los que trabajaba, a todo el que quisiera escuchar. Y quizá, solo quizá, ayudaría a otros a comprender que la pobreza, cuando se elige como camino, no es privación, sino armonía.
Esa noche tocó la canción una última vez, dejando que la música se mezclara con el murmullo de las hojas y el fluir del río. En la oscuridad, un ave nocturna lanzó su canto, como respondiendo. Paulo sonrió.
El bosque había escuchado su canción.
“Camina Ligero” del Padre Paulo no es solo una canción—es un llamado a la conciencia, una súplica de reverencia, una melodía tejida con la sabiduría de la tierra. En comunidades jesuitas, entre pueblos indígenas y en movimientos de justicia ecológica, este canto se ha convertido en un himno de cuidado y humildad.
Para quienes viven y trabajan en el Amazonas, Camina Ligero no es poesía lejana; es la vida misma. Los jesuitas que sirven junto a comunidades indígenas lo cantan como eco de su visión: la tierra no se posee, se custodia. El estribillo—“Camina ligero, vive sencillo, toma solo lo que es dado”—no es solo canto, es filosofía.
En retiros ecológicos, en jornadas de reforestación, en encuentros de Laudato Si’, la canción se convierte en plegaria y en compromiso. La letra “Sé guardián, no dueño, pues todo es sagrado” resuena entre quienes luchan contra la deforestación y la crisis climática.
Para jóvenes jesuitas en formación, la canción ofrece un desafío profundo: examinar cómo su voto de pobreza los llama también a una relación nueva con la tierra. El puente—“La tierra no es nuestra para poseer, sino para amar, un don que compartir”—los invita a comprender que pobreza no es solo renuncia personal, sino un modo de vivir sin consumir más de lo necesario.
Entre agricultores, pescadores y trabajadores rurales, que ya sufren los efectos de la degradación ambiental, la canción es un eco urgente de su propia experiencia. Para ellos, no es metáfora: es un llamado a preservar lo poco que queda.
En cada lugar donde se canta, la melodía provoca silencio y oración en unos, y canto fuerte y decidido en otros—pero siempre con el mismo mensaje: la tierra es don, y la manera en que caminamos sobre ella importa.
En un mundo que mide el progreso por cuánto se toma, Camina Ligero recuerda que la verdadera sabiduría está en cómo suavemente pisamos la tierra. Mientras haya voces dispuestas a cantarlo, habrá corazones que escuchen… y pies que respondan a su llamado.
Una canción profundamente espiritual y terrenal sobre el voto jesuita de pobreza, compuesta desde la mirada de un misionero ambiental en el Amazonas. La canción tiene un aire cálido y orgánico, fusionando guitarra acústica, percusión nativa y los sonidos de la naturaleza —el fluir del agua, el canto de los pájaros, el susurro del viento entre los árboles. La melodía es suave pero firme, evocando la responsabilidad sagrada de cuidar la creación. Las letras reflejan la simplicidad como libertad, la belleza de vivir en armonía con la naturaleza y el voto de pobreza como un llamado al cuidado y la custodia, más que al consumo. El tono es contemplativo y esperanzador, invitando a los oyentes a caminar con ligereza sobre la tierra y a valorar los dones de la creación de Dios.
(Verse 1 – Soft, rhythmic, guitar and gentle percussion start like footsteps in the forest)
The river sings, the trees stand tall,
The earth was made to bless us all.
But hands take more, and hearts grow blind,
Forgetting all that’s left behind.
(Pre-Chorus – Building, melody rising like a call to awareness)
But the wind still whispers, the waters cry,
Take only what you need to survive.
(Chorus – Expansive, choral harmonies, a call to live with reverence)
Tread lightly, live simply, take only what is given.
Be caretakers, not owners, for all belongs to heaven.
Oh, we are dust, we are breath, we are part of this creation.
Tread lightly, live simply, and walk with reverence.
(Verse 2 – Stronger rhythm, voices joining like a communal prayer)
The land is rich, yet scars remain,
Greed turns forests into flame.
But those who walk with hands unchained,
Find joy in what they give away.
(Pre-Chorus – Echoing with urgency, yet peace in the words)
The wind still whispers, the waters cry,
Take only what you need to survive.
(Chorus – Full, soaring, the call resounding in every heart!)
Tread lightly, live simply, take only what is given.
Be caretakers, not owners, for all belongs to heaven.
Oh, we are dust, we are breath, we are part of this creation.
Tread lightly, live simply, and walk with reverence.
(Bridge – Quiet, contemplative, just voice and soft guitar strumming like a prayer)
The earth is not ours to rule, but ours to love,
A gift to share, from God above.
What we hold tight will fade away,
But what we give will always stay.
(Final Chorus – Like a sunrise, hopeful and strong, inviting all to join in the mission!)
Tread lightly, live simply, take only what is given.
Be caretakers, not owners, for all belongs to heaven.
Oh, we are dust, we are breath, we are part of this creation.
Tread lightly, live simply, and walk with reverence.
(Outro – Fading sounds of the forest, gentle footsteps walking away, as if leaving no trace...)
[Verso 1]
O rio canta, as árvores estão de pé,
a terra é dádiva para quem tem fé.
Mas mãos gananciosas tomam sem ver,
esquecem o dom de simplesmente viver.
[Pré-Refrão]
Mas o vento sussurra, as águas aclamam,
toma apenas o que precisas para a jornada.
[Refrão]
Pisa leve, vive simples, toma apenas o que é dado.
Sê guardião, não senhor, pois tudo é sagrado.
Somos pó, somos vida, parte dessa criação.
Pisa leve, vive simples, caminha com gratidão.
[Verso 2]
A terra é rica, mas sangra em dor,
o fogo consome o que antes foi flor.
Mas quem caminha sem amarras,
encontra paz onde a vida se agarra.
[Pré-Refrão]
Mas o vento sussurra, as águas aclamam,
toma apenas o que precisas para a jornada.
[Refrão]
(Com mais força, vozes se elevando em harmonia)
Pisa leve, vive simples, toma apenas o que é dado.
Sê guardião, não senhor, pois tudo é sagrado.
Somos pó, somos vida, parte dessa criação.
Pisa leve, vive simples, caminha com gratidão.
[Ponte]
(Quase sussurrado, como uma oração)
A terra não é para dominar, mas para amar,
um dom sagrado para partilhar.
O que agarramos se desfaz,
o que doamos sempre fica para trás.
[Refrão Final]
(Melodia crescente, esperança e força na voz!)
Pisa leve, vive simples, toma apenas o que é dado.
Sê guardião, não senhor, pois tudo é sagrado.
Somos pó, somos vida, parte dessa criação.
Pisa leve, vive simples, caminha com gratidão.
[Outro]
(Som se esvaindo, passos leves na terra, como uma despedida...)