Una meditación que toca el alma sobre el voto jesuita de pobreza como camino hacia la verdadera libertad. Explora la paradoja de la entrega: cómo al renunciar a las riquezas materiales se abre un horizonte más profundo de confianza en Dios, un corazón sin cadenas y una vida colmada por la fe y la comunidad. Las letras se nutren de imágenes bíblicas: los lirios del campo, que no hilan y sin embargo visten con hermosura; los gorriones que no siembran y, sin embargo, nunca carecen del cuidado divino. En esas imágenes resplandece la belleza de la radical dependencia en la Providencia. La canción es al mismo tiempo confesión personal y declaración comunitaria. Invita a los oyentes a caminar tras las huellas de Cristo, eligiendo el amor sobre la posesión, la justicia sobre la comodidad, el servicio sobre las seguridades efímeras del mundo. El voto de pobreza no se presenta aquí como pérdida, sino como un abrazo gozoso de algo mayor: una gracia sin medida que transforma y libera. Una melodía de confianza, de entrega y de libertad que nos recuerda que en soltarlo todo, lo recibimos todo.
Interpretación en Francés
Interpretación en Español
Como un viejo himno transmitido de generación en generación. Ningún nombre único lo firma, y sin embargo, sus palabras parecen en casa tanto en casas de retiro y pequeñas capillas como en las calles bulliciosas donde los jesuitas caminan junto a los pobres.
Se inspira en la experiencia de una casa de novicios en España a finales del siglo XX, donde jóvenes en preparación para los votos se reunían por las noches a orar y reflexionar. Uno de ellos, proveniente de un mundo de comodidades y seguridades, lucha con el voto de pobreza: siente el peso de renunciar a sus antiguos sueños. Meditando en el pasaje evangélico de los lirios del campo y los gorriones del cielo, surge una melodía—un estribillo suave, cargado de anhelo:
“Oh, los lirios no hilan ni tejen,
y sin embargo, el Amor los reviste.
Lo que creí perdido, ahora recibo,
pues al soltarlo todo, aprendo a creer.”
Son palabras nacidas de la lucha, del aprendizaje de la confianza. Lo que empieza como reflexión personal se transforma en oración comunitaria, moldeada por la experiencia de quienes viven el voto en contextos distintos—jesuitas en albergues urbanos, en misiones lejanas, en aulas y en campamentos de refugiados. El coro, sencillo pero profundo, permanece inalterable:
“Deja el peso, suelta el oro,
camina con los pobres, dales tu hombro.
Pues en la nada se halla la clave:
un corazón libre, un alma que nace.”
A medida que los jesuitas llevan la canción a nuevos lugares, esta se transforma, con matices propios de cada cultura. En América Latina, adquiere un vaivén rítmico, a veces acompañada de tambores y maracas suaves, mezclándose con la calidez del folclore local. En Filipinas se canta en procesiones, traducida al tagalo, acentuando la confianza del pueblo en la pagpapala—la bendición que nace de la entrega. En los Estados Unidos, armonías con ecos de góspel le dan fuerza, recordando los espirituales que durante siglos llevaron esperanza a quienes sufrían confiando en Dios.
Aunque sus melodías e interpretaciones cambien, la verdad que encierra permanece: abrazar la pobreza no es perder, sino ser liberado.
Lay Down the Weight es más que un canto: es un himno de discernimiento. Se entona en retiros, al terminar largas jornadas de misión, o cuando un hermano pronuncia sus votos solemnes. Acompaña en la duda, cuando el voto de pobreza pesa demasiado, recordando a los jesuitas por qué eligieron este camino. Y se canta también en la celebración, cuando alguien abraza plenamente la alegría de vivir para los demás.
Más allá de los jesuitas, encuentra eco en quienes ellos sirven. En comedores comunitarios y albergues, su melodía sostiene a quienes lo han perdido todo y aún conservan la fe. En las calles, sus palabras son un recordatorio firme pero tierno de que la riqueza no mide la dignidad de una persona:
“No en el poder, no en la soberbia,
sino en la entrega, el amor se cierne.
No en las riquezas, no en la fama,
sino en su misericordia, tomo su Palabra.”
Para quienes la escuchan, la canción toca algo universal—el anhelo de ser libres del peso de un mundo que exige siempre más, y la invitación a entrar en la gracia de tener lo suficiente. Ya sea en labios de novicios dando sus primeros pasos en la vida religiosa o en comunidades que luchan por dignidad, Lay Down the Weight sigue siendo un testimonio vivo de la paradoja de la pobreza: que al soltarlo todo, recibimos mucho más de lo que jamás imaginamos.
Como el voto de pobreza mismo, Lay Down the Weight no pertenece a nadie en particular: es un don, hecho para compartirse. Y mientras existan corazones que busquen la libertad en la entrega, su melodía seguirá resonando, llevando su mensaje de generación en generación.
Una fusión de reverencia contemplativa y convicción esperanzadora, que refleja tanto la lucha de soltar como la alegría de descubrir la verdadera libertad. El arreglo musical bebe de las tradiciones del folk, el góspel y lo clásico, entretejiendo la calidez acústica y la riqueza coral como símbolo de entrega personal y fe compartida. Invita a la reflexión, pero deja al oyente con un sentido de esperanza y fortaleza: un llamado a soltar el peso de las posesiones y abrazar la abundancia de una vida vivida en confianza, servicio y amor.
Guitarra acústica y piano – Dan al canto un fundamento íntimo y terrenal.
Cuerdas (violín, violonchelo) – Añaden profundidad, evocando contemplación y anhelo espiritual.
Percusión sutil – Mantiene un pulso constante, símbolo del camino de fe que avanza sin prisa pero con firmeza.
Voz principal – Sincera, cálida y llena de alma, llevando el peso emocional de la letra. Un tenor masculino o una contralto femenina con un timbre que exprese vulnerabilidad y fortaleza a la vez.
Armonías corales – Crecen en el pre-coro y en el puente, reflejando la dimensión comunitaria de la misión jesuita, subrayando propósito compartido y mutuo apoyo.
Secciones de llamado y respuesta – Representan el dinamismo entre el compromiso personal y el testimonio de la comunidad de fe.
El equilibrio delicado entre contemplación y convicción refleja tanto la lucha de soltar como la alegría de encontrar verdadera libertad. La música porta una calidez íntima, inspirada en las raíces del folk, el espíritu del góspel y la profundidad de lo clásico. Comienza con una sencillez recogida—guitarra acústica y piano como cimiento—creando la sensación de cercanía, como si se cantara en una pequeña capilla o junto al fuego donde se comparten historias de fe.
A medida que avanza, la canción crece en riqueza, reflejando la transformación que ocurre al soltar los apegos materiales y abrazar la llamada profunda al amor y al servicio. Las cuerdas, discretas al inicio, se entrelazan en la melodía trayendo un aire de anhelo y trascendencia. La percusión, casi como un latido, emerge constante—no apresurada, sino intencional—simbolizando el camino de la fe.
La voz principal debe transmitir sinceridad y calidez, como si hablara directamente al oyente, con un tono tanto personal como universal. El coro es indispensable—no avasallador, sino emergiendo en los momentos de afirmación comunitaria, recordando que el voto de pobreza no se camina solo. En ciertos pasajes, las secciones de llamado y respuesta encarnan la dinámica entre la entrega individual y el testimonio compartido de la comunidad creyente.
En el clímax del último coro, la canción llega a su revelación: no como un grito triunfal, sino como una profunda y serena certeza—que la libertad no se halla en poseer, sino en entregar. El cierre debe desvanecerse suavemente, como una oración que permanece en el aire, dejando al oyente en paz y con una invitación a la contemplación.
Este no es un canto para ser solo entonado: es un canto para ser vivido, una meditación sobre la valentía de confiar, la gracia de la sencillez y el amor abundante que se descubre en un corazón despojado.
[Verse 1]
I once held silver, I once held gold,
Thought they would shelter, thought they would hold.
But the weight grew heavy, the chains pulled tight,
Till I saw the truth in the dead of night.
[Pre-Chorus]
Oh, the lilies, they neither toil nor spin,
Yet they're clothed by the love of Him.
What I once thought lost, I now receive,
For in letting go, I learn to believe.
[Chorus]
Lay down the weight, let go of gold,
Walk with the poor, with hands to hold.
For in nothing, we find the key,
A heart unchained, a soul set free.
[Verse 2]
No walls to bind me, no wealth to claim,
Only the fire that speaks His name.
Through humble hands and weary feet,
I find my Lord in the least of these.
[Pre-Chorus]
Oh, the sparrows, they have no store,
Yet they're held in His arms evermore.
What I once feared, now I embrace,
For poverty leads to a boundless grace.
[Chorus]
Lay down the weight, let go of gold,
Walk with the poor, with hands to hold.
For in nothing, we find the key,
A heart unchained, a soul set free.
[Bridge] (Choir harmonies swell)
Not in power, not in pride,
But in surrender, love abides.
Not in riches, not in fame,
But in His mercy, I take His name.
[Chorus] (Final, soaring)
Lay down the weight, let go of gold,
Walk with the poor, with hands to hold.
For in nothing, we find the key,
A heart unchained, a soul set free.
[Outro] (Soft, reflective)
I have nothing, yet I own the skies,
For love is the treasure that never dies.
I walk this road with Christ alone,
Bound by nothing—forever home.
[Couplet 1]
Un jour j’avais l’or, le monde à mes pieds,
Pensant qu’un trésor pouvait tout donner.
Mais son poids m’écrase, il enchaîne mon cœur,
Jusqu’à cette nuit où j’entends Sa lueur.
[Pré-Refrain]
Regarde les lys, ils ne filent pas,
Et pourtant le Père les habille déjà.
Ce que je croyais perdu pour moi,
Dans le dépouillement, je trouve la foi.
[Refrain]
Je laisse tout, je perds l’or,
J’avance humble, les mains qui s’offrent.
Car dans le vide, je trouve Jésus,
Mon cœur est libre, il m’a rendu.
[Couplet 2]
Pas de maison, pas de destin,
Juste une flamme qui brûle sans fin.
Dans chaque pauvre, dans chaque regard,
C’est Dieu lui-même que je peux voir.
[Pré-Refrain]
Regarde les oiseaux, ils n'ont pas de pain,
Et pourtant le Père les garde en Ses mains.
Ce que je craignais, je l’embrasserai,
Car la pauvreté m’a libéré.
[Refrain]
Je laisse tout, je perds l’or,
J’avance humble, les mains qui s’offrent.
Car dans le vide, je trouve Jésus,
Mon cœur est libre, il m’a rendu.
[Pont] (Chœur harmonisé)
Ce n’est pas l’argent, ni l’ambition,
Mais dans l’amour que naît la mission.
Ce n’est pas la gloire, ni le pouvoir,
Mais dans Sa grâce, j’ai l’espoir.
[Refrain Final] (Élevant, joyeux)
Je laisse tout, je perds l’or,
J’avance humble, les mains qui s’offrent.
Car dans le vide, je trouve Jésus,
Mon cœur est libre, il m’a rendu.
[Outro] (Doux et contemplatif)
Je n’ai rien, mais j’ai le ciel,
Car l’amour de Dieu est éternel.
Je marche en Christ, en Lui je vis,
Sans possession… tout m’est acquis.
[Verso 1]
Un giorno avevo oro, avevo di più,
pensavo bastasse per stare quaggiù.
Ma il peso era grande, il cuore legò,
finché nella notte Gesù mi chiamò.
[Pre-Ritornello]
Guarda i gigli, non tessono mai,
e il Padre li veste con amore e guai.
Ciò che credevo perduto per me,
ora lo vedo, mi basta il perché.
[Ritornello]
Lascio il peso, dono tutto,
cammino umile, libero e asciutto.
Perché nel nulla trovo Gesù,
la mia ricchezza è solo quaggiù.
[Verso 2]
Né case né terre, nulla ho più,
solo un fuoco che arde lassù.
Nei volti stanchi, nella povertà,
vedo il Signore che amore mi dà.
[Pre-Ritornello]
Guarda i passeri, non hanno un grano,
eppure riposano nella Sua mano.
Ciò che temetti, ora accoglierò,
povero e libero, servo sarò.
[Ritornello]
Lascio il peso, dono tutto,
cammino umile, libero e asciutto.
Perché nel nulla trovo Gesù,
la mia ricchezza è solo quaggiù.
[Ponte] (Coro armonizzando)
Non nel potere, non nell’onor,
ma nell’amore si trova il Signor.
Non nella gloria, non nel denar,
ma nella grazia la libertà.
[Ritornello Finale] (Crescendo, gioioso)
Lascio il peso, dono tutto,
cammino umile, libero e asciutto.
Perché nel nulla trovo Gesù,
la mia ricchezza è solo quaggiù.
[Outro] (Dolce e contemplativo)
Non ho più nulla, ma ho il ciel,
l’amor di Dio è il mio fedel.
Nel nome Suo camminerò,
senza possesso… tutto avrò.
[Verso 1]
Un día tuve oro, riquezas sin fin,
Creí que eran todo, creí ser feliz.
Pero el peso era grande, mi alma ató,
Hasta que en la noche, Su voz me llamó.
[Pre-Coro]
Mira los lirios, no tejen, no van,
Y el Padre los viste en su eterno afán.
Lo que creí perder, hoy puedo ver,
Pues en el despojo aprendo a creer.
[Coro]
Suelto el peso, dejo el oro,
Camino humilde, en manos doy todo.
Porque en nada, encuentro luz,
Mi alma es libre, solo en Jesús.
[Verso 2]
Sin tierras propias, sin más que dar,
Solo este fuego que quiere amar.
En rostros pobres, en el dolor,
Encuentro a Cristo, mi Salvador.
[Pre-Coro]
Mira los gorriones, sin granero están,
Y en Sus manos, descanso hallarán.
Lo que temía, hoy abrazaré,
Pues la pobreza me deja ver.
[Puente] (Coro armonizando)
No en el poder, no en la ambición,
Sino en entrega, vive el amor.
No en la riqueza, no en vanidad,
Sino en Su gracia, hay libertad.
[Coro Final] (Creciente, esperanzador)
Suelto el peso, dejo el oro,
Camino humilde, en manos doy todo.
Porque en nada, encuentro luz,
Mi alma es libre, solo en Jesús.
[Outro] (Suave y contemplativo)
No tengo nada, mas tengo el cielo,
Pues el amor es mi único anhelo.
Camino en Cristo, en Él soy yo,
Sin posesiones… en Dios lo hallo todo.
Sin posesiones… en Dios lo hallo todo.